*Diríase que los espacios que amamos se transforman fácilmente a otra parte, a otros tiempos, en planos distintos de sueños y recuerdos...* - Gaston Bachelard
martes, 24 de noviembre de 2009
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Es curioso ese preciso momento en que te das cuenta que no sos el único en el mundo que una vez sufrió por amor. Pensabas que nadie más que vos podía sentir esa indescriptible mezcla de dolor, melancolía, miedo, tristeza. Qué difícil era por entonces expresarlo en palabras. Vos y sólo vos eras la persona más desdichada del mundo y nadie podía entenderte. Ni juntando todas las palabras horrorosas del diccionario eras capaz de explicar lo que sentías cuando, en un acto de inercia, dominado por una ingenua amnesia temporal , te disponías a marcar su número de teléfono para quedar en tomar algo: un sorbito de complicidad por ejemplo, una ronda de risas o un poquito de pasión. Cuando te das cuenta que ese elixir de vida que era para vos su boca, ha desaparecido y que ni emborrachándote de otros labios eras capaz de encontrarlo de nuevo, decides que nunca jamás volverás a ser feliz. Eso nos ha pasado a todos ¿no? ¿Quién no ha construido alguna vez un micro mundo a su medida habitado por dos: vos y alguien que ya no está? A vos, que sufrís por amor, en este preciso instante, podría decirte muchas cosas pero sé por experiencia que ninguna te serviría. Lo que si puedo asegurarte es que una mañana de no se que mes ni que año, te despertarás y descubrirás que en tu mesita de noche reposa una vieja copa de licor prohibida que ya no te hará daño. Saldrás a la calle y comprobarás que a tu alrededor hay miles como vos, que un día se sintieron únicos y desdichados y creyeron que jamás lo superarían. Y ahora… brindan porque pueden saborear el dulce elixir de otros labios o quien sabe si de los mismos de entonces, que llenan sus copas de vida y esperanza. Hasta entonces viví este momento con toda la intensidad que quieras. Escucha canciones tristes, expulsa tu dolor en forma de párrafos, repasa tus recuerdos hasta gastarlos, resígnate a tenerla en tu pensamiento todas las mañanas, sentite un incomprendido, equivócate, machácate, habla con ella, deci lo que tengas que decir, calla lo que tengas que callar… Haz lo que quieras pero hazlo YA y no te recrees demasiado tiempo en tu dolor. El mundo entero está esperando que te recuperes, que abras tu mente y tu corazón a otras sensaciones (muy despacito, poquito a poco, sin exigirte demasiado), que descubras el poder que tenes para cambiar tu alrededor. Y ahora pregúntate una cosa ¿Hubieras preferido no vivirlo? Seguro que la respuesta es un NO rotundo. Entonces guarda muy dentro de tuyo todos los buenos momentos que has ido coleccionando estos años y compra un álbum nuevo en blanco para todo lo que (seguro) está por venir. No busques la felicidad a toda costa, busca simplemente seguir sintiéndote vivo. Créeme, quien no ha sufrido alguna vez por amor, no ha vivido del todo. Porque el desamor es necesario para enseñarnos a valorar el amor. Quién no muere de amor no sabe que es amar pero siempre, siempre, se vuelve a nacer. Espera, paciente, el momento en que tu metamorfosis de resultados. Aunque sólo sea porque aquello fue tan increíblemente perfecto que no puedes permitirle no volver a vivirlo de nuevo.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Duele
A estas alturas ya no se que duele más: que desaparezcas repentinamente o aparezcas para encontrarme y dejarme otra vez. Tal vez me duele mas que no estés conmigo como antes o, mas aún, saber que otra ocupa mi lugar y te desnuda como yo solía hacerlo.
Me mata saber que ya no voy a tenerte, pero creo que mas me mata saber que es otra quien te tiene.
Me duelen tus mentiras, pero mas me duele ser yo quien las descubre.
Me duele tu ausencia, pero... quién sabe? Tal vez me duele mas tu presencia a medias.
Me duele que seas justamente lo que quiero, pero mas me duele no ser yo lo que vos querés.
Me dueles en el corazón, en las entrañas, en el cuerpo, pero mas me dueles en alma.
Duele la primavera que se acerca que trae las memorias de ese pasado con vos. Duele salir a la calle y recorrer los lugares que nos vieron juntos.
Duele...
Duele todo lo que me rodea porque todo me lleva a vos. En cada objeto te encuentro, en cada sentimiento te tengo, en cada canción te reflejo.
Duele tu música, tu imagen, tu ropa.
Duele que sepas que me duele, pero mas me duele saber que no te importa.
Duele que duela tanto, pero mas duele no saber como hacer para que deje de doler.
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Duele...
Duele todo lo que me rodea porque todo me lleva a vos. En cada objeto te encuentro, en cada sentimiento te tengo, en cada canción te reflejo.
Duele tu música, tu imagen, tu ropa.
Duele que sepas que me duele, pero mas me duele saber que no te importa.
Duele que duela tanto, pero mas duele no saber como hacer para que deje de doler.
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sábado, 19 de septiembre de 2009
Rómpeme el corazón y no vuelvas
No hagas como siempre, mátame y esta vez no vuelvas. No dejes que mis ojos ciegos crean en tu mirada, no dejes que mi corazón estúpido confíe en
vos una vez más.
vos una vez más.
No sigas con esto. Termina con esta agonía y rómpeme el corazón una vez más, pero no vuelvas.
No esperes mas tiempo porque cuanto mas tiempo pasa, mas te amo y te sufro. Rómpeme el corazón, pero que esta vez sea la última.
Rómpeme el corazón y no vuelvas.
Déspreciame.
Rómpeme el corazón y no vuelvas.
Déspreciame.
No permitas que caiga rendida a tus pies como siempre. No permitas que te encuentre.
Dale fin a esta historia porque yo no puedo. Sinceramente, no puedo. Me niego a no tenerte. Me niego a no sentirte.
Rómpeme el corazón. No me sigas matando lentamente.
Déstrozame como siempre, pero esta vez no vuelvas para rearmarlo. Ya no se puede.No sigas pisotéandome. No sigas jugando conmigo.
Rómpeme el corazón de una vez y para siempre.
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El tiempo real no tiene ninguna división en absoluto, avanza inexorablemente a la medianoche, el ayer no pasó con un tac al hoy. Nadie puede indicar el punto exacto de la medianoche y, si no es preciso, ¿cómo puede ser la medianoche?. Tampoco sentimos el hoy como junto al ayer, como se le representa en un calendario. Reducido al espacio, el tiempo parece mas controlado; pero sólo lo parece, pues el tiempo real, indivisible, nos conduce a la muerte real. -Walter Ong-
Imagen: "La persistencia de la memoria" - Salvador Dalí - 1931
Imagen: "La persistencia de la memoria" - Salvador Dalí - 1931
viernes, 11 de septiembre de 2009
El ojo nos permite ver, contemplar las cosas que vamos haciendo, nos invita a encontrarnos y dialogar sin decir una sola palabra, poder elegir en que lugar detener nuestras miradas.¡Ojo, eh! ¿Ojo con qué? ¿Ojo? ¿Qué raros que son los ojos, no? ¿Por qué no puedo dejar de mirarlos o de maravillarme espejadamente frente a ellos? ¿Por qué no puedo comprenderlos? ¿De que estarán hechos? ¿Cómo es que se insertan y ubican en esa cavidad?Pregunta… ¿son los ojos la única parte de nuestro cuerpo que tiene la hermosa posibilidad de ver, de buscar, de reflejar un paisaje jamás contemplado? Infinitos parpadeos en busca de múltiples deseos. Ojo latente, ojo amigo, los ojos del pueblo, los ojos enamorados, los ojos de la memoria, los ojos del que mira. Dice Perrota: ” La vista es uno de los cinco sentidos con el que comprendemos el mundo que nos rodea para desenvolvernos en él. ¡Ojo, eh! traza un recorrido por las obras que integran esta exposición, nos invita a encontrar y sorprendernos observando los distintos universos creados por los demás.
*La imagen es tomada de la escena de la película "Un perro andaluz" dirigida por Luis Buñuel, del año 1929.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Jacqués Pevert - Las hojas muertas
Oh, me gustaría tanto que recordaras
Los días felices cuando éramos amigos...
En aquel tiempo la vida era más hermosa
Y el sol brillaba más que hoy.
Las hojas muertas se recogen con un rastrillo...
¿Ves? No lo he olvidado..
Las hojas muertas se recogen con un rastrillo
Los recuerdos y las penas, también.
Y el viento del norte se las lleva
En la noche fría del olvido
¿Ves? No he olvidado la canción que tú me cantabas.
Es una canción que nos acerca
Tú me amabas y yo te amaba
Vivíamos juntos
Tú, que me amabas, y yo, que te amaba...
Pero la vida separa a aquellos que se aman
Silenciosamente sin hacer ruido
Y el mar borra sobre la arena
El paso de los amantes que se separan.
Las hojas muertas se recogen con un rastrillo.
Los recuerdos y las penas, también.
Pero mi amor, silencioso y fiel
Siempre sonríe y le agradece a la vida.
Yo te amaba, y eras tan linda...
Cómo crees que podría olvidarte?
En aquel tiempo la vida era más hermosa
Y el sol brillaba más que hoy
Eras mi más dulce amiga,
Mas no tengo sino recuerdos
Y la canción que tú me cantabas,
¡Siempre, siempre la recordaré!
No tengo el valor para decirte que NO - 24/03/09
Cada vez que me convenzo de que tengo que alejarme de vos y, pienso que puedo hacerlo, reaparecés con un gesto, una palabra, un mínimo detalle que hace que vuelva a perder esa fuerza que creía tener para olvidarte, para negar que existes.
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No puede ser que no tenga el valor para decirte que no, que no quiero verte, que no quiero que me hables, que no quiero que aparezcas con tus encantos, con tus mentiras que hacen que siempre caiga en tu boca y en todo tu cuerpo como si fuera la primera vez, como si no te conociera, como si no supiera que todo lo que hacés es jugar conmigo.
Te aprovechás de mi debilidad, de mi adoración, de mi incondicionalidad y mi amor por vos. No logro poder decirte "basta" a pesar de saber que tengo que hacerlo. Me cuesta estar sin vos aunque más no sea de esta sórdida e inconsecuente manera.
Sigo siendo una crédula que siempre ve en tus ojos, en tus caricias, en tus palabras, en tus abrazos y en tus besos una cuota de verdad que me genera una pequeña esperanza. La esperanza de que algún día sientas la necesidad de estar conmigo de otra forma y me quieras la mitad de lo que te quiero yo.
Y así siguen pasando los días y los meses... estando y no estando con vos, creyendo y no creyendo en vos, teniéndote y no.
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lunes, 25 de mayo de 2009
Joven escribiendo una carta - Gabriel Metsu - 1664
El dolor que vuestra ausencia me produce es tan grande que no hay pincel que pueda pintarlo, ni pluma que pueda retratarlo. [...] pensaba también que al apartarme de vuestros bellos ojos, podría alejar mi pasión.
[...] Todas las cosas que existen bajo el cielo están sujetas a cambio. Pero aunque haya cambiado de cielo, no he cambiado de voluntad. [...]Llevo una vida tan triste desde el día de mi partida que si hiciera un relato de ella a las almas mas insensibles, sin duda se apiadarían de mi. [...] Por más que busco consuelo en el trato con los amigos, no lo encuentro sino en la soledad. Si no estimase el original mas que todas las cosas del mundo, os rogaría humildemente que me diérais vuestro retrato. Ese bello cuerpo, el que con tanta dulzura se muestran las gracias, me ha parecido tan venerable que suspiro cada día tras su sombra.
Dichosa la zapatilla que recibe cada mañana el color de vuestro hermoso pie! Dichosos los guantes que acarician vuestras blancas manos!Como final de esta carta tendría, señora, la osadía de besar vuestras níveas manos, si no temiera fundirla con suspiros.
[...] Todas las cosas que existen bajo el cielo están sujetas a cambio. Pero aunque haya cambiado de cielo, no he cambiado de voluntad. [...]Llevo una vida tan triste desde el día de mi partida que si hiciera un relato de ella a las almas mas insensibles, sin duda se apiadarían de mi. [...] Por más que busco consuelo en el trato con los amigos, no lo encuentro sino en la soledad. Si no estimase el original mas que todas las cosas del mundo, os rogaría humildemente que me diérais vuestro retrato. Ese bello cuerpo, el que con tanta dulzura se muestran las gracias, me ha parecido tan venerable que suspiro cada día tras su sombra.
Dichosa la zapatilla que recibe cada mañana el color de vuestro hermoso pie! Dichosos los guantes que acarician vuestras blancas manos!Como final de esta carta tendría, señora, la osadía de besar vuestras níveas manos, si no temiera fundirla con suspiros.
lunes, 20 de abril de 2009
Soñar con vos - 19/02/09
Hoy soñé con vos y no puedo creer que el amor no resurgiera. Fue la promera vez que, después de tenerte en mis sueños, no desperté con lágrimas ni dolor.
Esta vez fue distinto.
Ya no sentí lo mismo.
Ya no sentí ese amor que por vos antes me nacía.
Igualmente, no pude evitar recordar por un segundo, lo hermoso que era tenerte a mi lado.
Ya no te amo, pero cuánto lo hice.
domingo, 19 de abril de 2009
Desencuentro 14/01/09
Hoy nos desencontramos por un mal entendido y lo peor es que sabía que no iba a encontrarte. Lo presentía. Lo suponía por la ausencia de señales.
Me siento rídicula esperando, cada día de la vida, señales para saber lo que tengo que hacer con vos, y cuando no se me presentan igual trato de forjar el destino y alcanzarte de alguna manera.
No debería haber tratado de cambiar el día de hoy. Me pregunto porqué lo hice. Ni siquiera sirvió para abrir tus ojos, mucho menos tu corazón, y hacerte ver que estoy dispuesta a todo por vos, que no me interesa cuán ocupado estés... sé todo y no me importa. Sé de tus enojos sin razón, de tu histeria repentina... todo.
No me siento mal, hice lo que sentí.
¿Cuándo abrirás tu corazón?
Creo en las recompensas. Todo lo que te entrego no puede ser en vano. Espero llegue el día en que te des cuenta que soy incondicional. Espero estar viva para disfrutar de ese día.
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Cada vez que te encuentro - 29/12/08
Cada vez que por casualidad del destino nos encontrábamos, por mi corazón y por mi cuerpo recorrían una serie de sensaciones distintas. Ambos sentían esas ganas incontrolables de ir corriendo hasta tu lugar (porque siempre nos separaban, para mi, unos intemrinables metros) y tomarte la cara y gritarte, para que lo escuchen hasta tus ojos, que te quiero y que cada día extraño un poco mas tus besos, tus gestos, tu risa, tu voz, tu forma de andar, tu manera de ser ante todo y todos, todo lo que venga de vos.
Hasta que te encuentro y me animo a dar el primer paso (porque sé que vos nunca vas a darlo... antes creía que era por orgullo, después creí que preferías que lo hiciera yo para elimentar tu ego y, ahora, simplemente creo que podés seguir sin que demos ni un primer ni un segundo paso), hasta que logro vencer a mi razón y dedicarme a seguir mis sentimientos, no pasa mucho tiempo.
Cuando de alguna forma logro recorrer esos metros, una ola de nervios pasan por mi corazón y mi cuerpo. Espero ansiosa tu respuesta, cualquier indicio que me indique que reaccionas positivamente, o a mi favor.
Gracias al destino y a mis incontables promesas, logro tenerte nuevamente y ahí es cuando todo mi ser se llena de felicidad, de alegría... volver a sentirte es no perder las esperanzas de tenerte a mi lado por siempre y lograr tirar los obstáculos que la vida nos puso en el camino y que ambos tratamos una vez de derrumbarlos...
Pero ese sentimiento de esperanza acababa rápidamente.
Mientras mi corazón y mi cuerpo se sienten abatidos y podrían estar toda la vida así, besándote y tocándote, mi maldita mente empieza a funcionar y a pensar que no va a volver a haber otro momento igual, que es la última oportunidad que nos da la vida de armar un solo destino, que ya no vas a reaccionar a mi favor.
Mientras te beso, me pregunto qué es lo que sentís vos, qué es lo que pensás. ¿Soy sólo la que disfruta del momento y a la vez siente que nunca mas va a ser igual nada?
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miércoles, 25 de marzo de 2009
Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura».
No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.
Nuestra Comisión no fue instituída para juzgar, pues para eso estan los jueces constitucionales, sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de estos años aciagos de la vida nacional. Pero, después de haber recibido varios miles de declaraciones y testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y, si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no podemos callar ante lo que hemos oído, leído y registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo que pueda considerarse como delictivo para alcanzar la tenebrosa categoría de los crímenes de lesa humanidad. Con la técnica de la desaparición y sus consecuencias, todos los principios éticos que las grandes religiones y las más elevadas filosofías erigieron a lo largo de milenios de sufrimientos y calamidades fueron pisoteados y bárbaramente desconocidos.
Son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo. Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra propia, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria.
De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión del territorio. ¿Cómo no atribuirlo a una metodología del terror planificada por los altos mandos? ¿Cómo podrían haber sido cometidos por perversos que actuaban por su sola cuenta bajo un régimen rigurosamente militar, con todos los poderes y medios de información que esto supone? ¿Cómo puede hablarse de «excesos individuales»? De nuestra información surge que esta tecnología del infierno fue llevada a cabo por sádicos pero regimentados ejecutores. Si nuestras inferencias no bastaran, ahí están las palabras de despedida pronunciadas en la Junta Interamericana de Defensa por el jefe de la delegación argentina, General Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores» . Así, cuando ante el clamor universal por los horrores perpetrados, miembros de la Junta Militar deploraban los «excesos de la represión, inevitables en una guerra sucia» , revelaban una hipócrita tentativa de descargar sobre subalternos independientes los espantos planificados.
Los operativos de secuestro manifestaban la precisa organización, a veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena calle y a la luz del día, mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban «zona libre» a las comisarías correspondientes.
Cuando la víctima era buscada de noche en su propia casa, comandos armados rodeaban la manzanas y entraban por la fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones, mientras el resto de comando casi siempre destruía o robaba lo que era transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podía haber inscriptas las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda esperanza, los que entrais».De este modo, en nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los Desaparecidos. Palabra - ¡triste privilegio argentino! - que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo.Arrebatados por la fuerza, dejaron de tener presencia civil. ¿Quiénes exactamente los habían secuestrado? ¿Por qué? ¿Dónde estaban? No se tenía respuesta precisa a estos interrogantes: las autoridades no habían oído hablar de ellos, las cárceles no los tenían en sus celdas, la justicia los desconocía y los habeas corpus sólo tenían por contestación el silencio. En torno de ellos crecía un ominoso silencio. Nunca un secuestrador arrestado, jamás un lugar de detención clandestino individualizado, nunca la noticia de una sanción a los culpables de los delitos. Así transcurrían días, semanas, meses, años de incertidumbres y dolor de padres, madres e hijos, todos pendientes de rumores, debatiéndose entre desesperadas expectativas, de gestiones innumerables e inutiles, de ruegos a influyentes, a oficiales de alguna fuerza armada que alguien les recomendaba, a obispos y capellanes, a comisarios. La respuesta era siempre negativa.
En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será», se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos sin embargo vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser culpable de nada; porque la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epiteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas» , «materialistas y ateos» , «enemigos de los valores occidentales y cristianos» , todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esosamigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.Desde el momento del secuestro, la víctima perdía todos los derechos; privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a suplicios infernales, ignorante de su destino mediato o inmediato, susceptible de ser arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas; seres que sin embargo no eran cosas, sino que conservaban atributos de la criatura humana: la sensibilidad para el tormento, la memoria de su madre o de su hijo o de su mujer, la infinita verguenza por la violación en público; seres no sólo poseídos por esa infinita angustia y ese supremo pavor, sino, y quizás por eso mismo, guardando en algún rincón de su alma alguna descabellada esperanza.
De estos desamparados, muchos de ellos apenas adolescentes, de estos abandonados por el mundo hemos podido constatar cerca de nueve mil. Pero tenemos todas las razones para suponer una cifra más alta, porque muchas familias vacilaron en denunciar los secuestros por temor a represalias. Y aun vacilan, por temor a un resurgimiento de estas fuerzas del mal.Con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debimos recomponer un tenebrosos rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado liberadamente todos los rastros, se ha quemado toda documentación y hasta se han demolido edificios.
Hemos tenido que basarnos, pues, en las denuncias de los familiares, en las declaraciones de aquellos que pudieron salir del infierno y aun en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían.En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de «la guerra sucia» , de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión. Y nos acusan de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido. Pero no es así: no estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza; sólo pedimos la verdad y la justicia, tal como por otra parte las han pedido las iglesias de distintas confesiones, entendiendo que no podrá haber reconciliación sino después del arrepentimiento de los culpables y de una justicia que se fundamente en la verdad. Porque, si no, debería echarse por tierra la trascendente misión que el poder judicial tiene en toda comunidad civilizada. Verdad y justicia, por otra parte, que permitirán vivir con honor a los hombres de las fuerzas armadas que son inocentes y que, de no procederse así, correrían el riesgo de ser ensuciados por una incriminación global e injusta. Verdad y justicia que permitirán a esas fuerzas considerarse como auténticas herederas de aquellos ejércitos que, con tanta heroicidad como pobreza, llevaron la libertad a medio continente.
Se nos ha acusado, en fin, de denunciar sólo una parte de los hechos sangrientos que sufrió nuestra nación en los últimos tiempos, silenciando los que cometió el terrorismo que precedió a marzo de 1976, y hasta, de alguna manera, hacer de ellos una tortuosa exaltación. Por el contrario, nuestra Comisión ha repudiado siempre aquel terror, y lo repetimos una vez más en estas mismas páginas. Nuestra misión no era la de investigar sus crimenes sino estrictamente la suerte corrida por los desaparecidos, cualesquiera que fueran, proviniesen de uno o de otro lado de la violencia. Los familiares de las víctimas del terrorismo anterior no lo hicieron, seguramente, porque ese terror produjo muertes, no desaparecidos. Por lo demás el pueblo argentino ha podido escuchar y ver cantidad de programas televisivos, y leer infinidad de artículos en diarios y revistas, además de un libro entero publicado por el gobierno militar, que enumeraron, describieron y condenaron minuciosamente los hechos de aquel terrorismo.
Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.
No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.
Nuestra Comisión no fue instituída para juzgar, pues para eso estan los jueces constitucionales, sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de estos años aciagos de la vida nacional. Pero, después de haber recibido varios miles de declaraciones y testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y, si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no podemos callar ante lo que hemos oído, leído y registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo que pueda considerarse como delictivo para alcanzar la tenebrosa categoría de los crímenes de lesa humanidad. Con la técnica de la desaparición y sus consecuencias, todos los principios éticos que las grandes religiones y las más elevadas filosofías erigieron a lo largo de milenios de sufrimientos y calamidades fueron pisoteados y bárbaramente desconocidos.
Son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo. Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra propia, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria.
De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión del territorio. ¿Cómo no atribuirlo a una metodología del terror planificada por los altos mandos? ¿Cómo podrían haber sido cometidos por perversos que actuaban por su sola cuenta bajo un régimen rigurosamente militar, con todos los poderes y medios de información que esto supone? ¿Cómo puede hablarse de «excesos individuales»? De nuestra información surge que esta tecnología del infierno fue llevada a cabo por sádicos pero regimentados ejecutores. Si nuestras inferencias no bastaran, ahí están las palabras de despedida pronunciadas en la Junta Interamericana de Defensa por el jefe de la delegación argentina, General Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores» . Así, cuando ante el clamor universal por los horrores perpetrados, miembros de la Junta Militar deploraban los «excesos de la represión, inevitables en una guerra sucia» , revelaban una hipócrita tentativa de descargar sobre subalternos independientes los espantos planificados.
Los operativos de secuestro manifestaban la precisa organización, a veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena calle y a la luz del día, mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban «zona libre» a las comisarías correspondientes.
Cuando la víctima era buscada de noche en su propia casa, comandos armados rodeaban la manzanas y entraban por la fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones, mientras el resto de comando casi siempre destruía o robaba lo que era transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podía haber inscriptas las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda esperanza, los que entrais».De este modo, en nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los Desaparecidos. Palabra - ¡triste privilegio argentino! - que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo.Arrebatados por la fuerza, dejaron de tener presencia civil. ¿Quiénes exactamente los habían secuestrado? ¿Por qué? ¿Dónde estaban? No se tenía respuesta precisa a estos interrogantes: las autoridades no habían oído hablar de ellos, las cárceles no los tenían en sus celdas, la justicia los desconocía y los habeas corpus sólo tenían por contestación el silencio. En torno de ellos crecía un ominoso silencio. Nunca un secuestrador arrestado, jamás un lugar de detención clandestino individualizado, nunca la noticia de una sanción a los culpables de los delitos. Así transcurrían días, semanas, meses, años de incertidumbres y dolor de padres, madres e hijos, todos pendientes de rumores, debatiéndose entre desesperadas expectativas, de gestiones innumerables e inutiles, de ruegos a influyentes, a oficiales de alguna fuerza armada que alguien les recomendaba, a obispos y capellanes, a comisarios. La respuesta era siempre negativa.
En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será», se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos sin embargo vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser culpable de nada; porque la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epiteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas» , «materialistas y ateos» , «enemigos de los valores occidentales y cristianos» , todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esosamigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.Desde el momento del secuestro, la víctima perdía todos los derechos; privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a suplicios infernales, ignorante de su destino mediato o inmediato, susceptible de ser arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas; seres que sin embargo no eran cosas, sino que conservaban atributos de la criatura humana: la sensibilidad para el tormento, la memoria de su madre o de su hijo o de su mujer, la infinita verguenza por la violación en público; seres no sólo poseídos por esa infinita angustia y ese supremo pavor, sino, y quizás por eso mismo, guardando en algún rincón de su alma alguna descabellada esperanza.
De estos desamparados, muchos de ellos apenas adolescentes, de estos abandonados por el mundo hemos podido constatar cerca de nueve mil. Pero tenemos todas las razones para suponer una cifra más alta, porque muchas familias vacilaron en denunciar los secuestros por temor a represalias. Y aun vacilan, por temor a un resurgimiento de estas fuerzas del mal.Con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debimos recomponer un tenebrosos rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado liberadamente todos los rastros, se ha quemado toda documentación y hasta se han demolido edificios.
Hemos tenido que basarnos, pues, en las denuncias de los familiares, en las declaraciones de aquellos que pudieron salir del infierno y aun en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían.En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de «la guerra sucia» , de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión. Y nos acusan de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido. Pero no es así: no estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza; sólo pedimos la verdad y la justicia, tal como por otra parte las han pedido las iglesias de distintas confesiones, entendiendo que no podrá haber reconciliación sino después del arrepentimiento de los culpables y de una justicia que se fundamente en la verdad. Porque, si no, debería echarse por tierra la trascendente misión que el poder judicial tiene en toda comunidad civilizada. Verdad y justicia, por otra parte, que permitirán vivir con honor a los hombres de las fuerzas armadas que son inocentes y que, de no procederse así, correrían el riesgo de ser ensuciados por una incriminación global e injusta. Verdad y justicia que permitirán a esas fuerzas considerarse como auténticas herederas de aquellos ejércitos que, con tanta heroicidad como pobreza, llevaron la libertad a medio continente.
Se nos ha acusado, en fin, de denunciar sólo una parte de los hechos sangrientos que sufrió nuestra nación en los últimos tiempos, silenciando los que cometió el terrorismo que precedió a marzo de 1976, y hasta, de alguna manera, hacer de ellos una tortuosa exaltación. Por el contrario, nuestra Comisión ha repudiado siempre aquel terror, y lo repetimos una vez más en estas mismas páginas. Nuestra misión no era la de investigar sus crimenes sino estrictamente la suerte corrida por los desaparecidos, cualesquiera que fueran, proviniesen de uno o de otro lado de la violencia. Los familiares de las víctimas del terrorismo anterior no lo hicieron, seguramente, porque ese terror produjo muertes, no desaparecidos. Por lo demás el pueblo argentino ha podido escuchar y ver cantidad de programas televisivos, y leer infinidad de artículos en diarios y revistas, además de un libro entero publicado por el gobierno militar, que enumeraron, describieron y condenaron minuciosamente los hechos de aquel terrorismo.
Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.
martes, 24 de marzo de 2009
Devuélveme el corazón cuando hayas dejado de jugar con el
esto lo encontré en un blog y me encantó... refleja todo lo q siento en este momento...
De memoria lo sé todo. Imagino la escena cientos de veces al cabo del día. Me enfado. Me desenfado. Me hundo, floto. Me libero. Vuelvo a sentirme mal. Es una escena repetida…. Tan repetida en mi mente que casi ya he creído que haya sucedido en la realidad. Pero no. No tengo valor. Y una gota de alma se me va por cada rendija, por cada día en el que me falta la valentía para decir adiós. Vete. Aléjate de mí. Olvida que existo. Déjame vivir. Déjame intentar olvidarte.Pero soy como una muñeca en sus manos. Como barro. Como cera. Me hace y me deshace. Y me dejo llevar por un espejismo, y no sé por qué, donde me deje la cordura, donde el amor propio, donde las ganas de seguir adelante sin él. Supongo que la esperanza a veces nos arrastra y otras nos arrasa…. Y las que más nos da alas, pero ahora, ¿Quién quiere alas en medio de la tempestad? Déjame. Aléjate. Vuela tú sola que yo, yo me quedo en esta herida que ni se cierra ni cicatriza, que es amor, o un sucedáneo de amor. Ni lo sé.
Es la misma historia desde hace meses. Me repito que ya debía estar bien. No bien de curada. Pero con las heridas, que menos, que cosidas, aunque duelan de vez en cuando, y sin embargo, sigo ese rastro suyo, ese hilo que me ahoga, esas veces que no puedo decir que no , que no quiero que nos veamos. Déjame. Aléjate. Olvida que existo. Dame la oportunidad de olvidarte.
Me convenzo. Pero me miento.
No te vayas, quédate, no te alejes ni un segundo de mi vida, porque te quiero, porque si no estás me falta un poco el aire y las ganas de vivir, porque te quiero más de lo que me quiero, y está mal, lo sé, pero estoy tan mal sin ti… porque me falta ilusión y ganas de ser feliz. Porque a veces creo que lo intento. A veces creo que lo consigo. Lo siento. Créeme que lo siento. Pero es que te quiero. Y tenerte a medias me mata y me da vida al mismo tiempo, y aunque me duela, prefiero morirme lento a tu lado que rápidamente sin ti.
Y esa es la realidad. Lo que me sale si no pienso tanto. Si me dejo llevar por lo que siento. Y de repente el nudo en el estómago se va deshaciendo y las lágrimas me manchan los ojos.
Esto es lo que pasa cualquier noche, cuando estás saturada de todo. Cansada de pensar todo el día donde está el valor cuando se necesita. Con un bajón escuchando una y otra vez la misma canción.
martes, 24 de febrero de 2009
Pappo - 10 de Marzo de 1950 - 24 de Febrero de 2005
Viva pappo
Montado al Harley
cruzó al más allá
por esa ruta
que apenas se divisa.
Y en su guitarra
que no para de sonar
vibra su alma
que siempre estará viva.
Cerveza fresca, para su sed
por esa ciénaga de Macadam.
¿Quién eres tu forastero?
Bienvenido al mundo nuevo!
Reciban los dioses
a nuestro rey de la guitarra
concédanle una autopista del fuego
que su espíritu no para de cantar
Y a lo alto viajo por su sueño
¿Quién espera el tren de las 16?
¿Quién se divierte andando en Cadillac?
Sucio y desprolijo, el brujo y el tiempo
en su rueda de metal!
sábado, 21 de febrero de 2009
Feliz Cumple!!!!! te amo hermanaaaa (L)
No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para todas tus dudas y temores, pero puedo escucharte… y buscar soluciones contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, Pero… cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces, sólo puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus logros… no son míos, pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida, me limito a escucharte, apoyarte y estimularte si así me lo pides y si no me lo pides… también.
No puedo trazarte límites dentro de los cuáles actuar, pero si te ofrezco… el escenario necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguien te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo.
No puedo decirte quien eres, ni quien deberías ser, sólo puedo quererte tal y como eres y ser tan solo un amigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, Pero… cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces, sólo puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus logros… no son míos, pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida, me limito a escucharte, apoyarte y estimularte si así me lo pides y si no me lo pides… también.
No puedo trazarte límites dentro de los cuáles actuar, pero si te ofrezco… el escenario necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguien te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo.
No puedo decirte quien eres, ni quien deberías ser, sólo puedo quererte tal y como eres y ser tan solo un amigo.
miércoles, 18 de febrero de 2009
29 de enero de 2009
Todo lo que alguna vez había soñado y pensaba que tenía entre las manos, se me escapó como agua que corre entre los dedos.
El destino y la vida no me jugaron una buena pasada.
Hoy me es mas fácil dar por vencida que seguir luchando en vano.
Mis ojos están cansados de llorar y pasar noches enteras sin cerrarse tratando de buscar una solución a todo esto.
Me pregunto cuándo fue que perdí mis sueños, cuándo fue que me dejé ganar por las presiones diarias y el hastío cotidiano, cuándo fue que mis ideales que creía eternos se volvieron débiles, cuándo fue que endurecí mi corazón para no dejar entrar mas amor del que me hace daño, cuándo fue que mi cabeza se enteró de que las cosas no son fáciles, cuándo fue que resigné mi felicidad.
Ya no creo en la justicia ni en promesas.
No creo en segundas oportunidades ni en recompensas.
Ya no soy la nena que veía todo color de rosa y podía sentir un futuro mucho mejor.
Hoy sólo veo que la vida no es como imaginaba, que los sueños que uno planta no siempre crecen y que el destino de uno está marcado para siempre y es difícil de cambiar.
Ya no espero que todo vuelva ni espero otra verdad.
-x7-
-x7-
27 de enero de 2009
Algún día debería empezar a entender que el destino no está de mi lado.
Debería dejar de esperar cosas que nunca van a llegar.
Debería dejar de perseguir cosas que nunca van a volver.
¿Pero cuál es la forma si todo me lleva a eso?
¿Cómo se hace para olvidar?
¿Cuál es la forma de eliminar los recuerdos?
¿Cómo se hace para no reprocharse a uno mismo?
¿Cómo es que lo que para mi era tan perfecto para vos era solo un juego?
Todo lo que veo, todo lo que toco, todo lo que siento, todo me parecen señales tuyas.
¿Señales de qué?
¿Señales para qué?
Me engañé a mi misma pensando que ibas a volver.
Pero hoy descubrí que no.
Ya me dí cuenta de que no.
Hoy se rompió el disco que me regalaste.
Y ya no necesito mas nada para saber que quien yo creía hecho para mi, en realidad no lo era.
Y ni un millón de promesas van a traerte.
Y me destrozo la cabeza pensando en porqué el destino te puso en mi camino.
Pero no encuentro la respuesta.
Y hoy siento que esas señales son solo obstáculos que la vida me pone para hacer más difícil esta estadía sin vos.
-x7-
-x7-
domingo, 15 de febrero de 2009
Mi pequeña infinidad
Y una noche
Me tuve que guiar
De tu imperceptible respirar
En mis brazos
Refugié tu ansiedad
Vamos recorriendo
Tan dulce
Tan hermosa
Tus sueños se cumplirán
Nadie puede separarnos
Mi pequeña princesa
Nadie puede separarnos
Mi pequeña infinidad
Tus palabras
Inundaron mi debilidad
Tu sonrisa, mi alma
Y creí
que todo te debía enseñar
Y me mostraste como caminar
Tan dulce
Tan hermosa
Tus sueños se cumplirán
Nadie puede separarnos
Mi pequeña princesa
Nadie puede separarnos
Mi pequeña infinidad
Tan hermosa
Tus sueños se cumplirán
Nadie puede separarnos
Mi pequeña princesa
Nadie puede separarnos
Mi pequeña infinidad
Cabezones - Mi pequeña infinidad
Sour Girl
She turned away, what was she lookin at?
She was a sour girl the day that she met me
Hey, what are you lookin at?
She was a happy girl the day that she left me
She turned away, what was she lookin at?
She was a sour girl the day that she met me
Hey, what are you lookin at?
She was a happy girl when she left me
What would you do?
What would you do if I followed you?
What would you do?
I follow
Don't turn away what are you lookin at?
He was so happy on the day that he met her
Say, what are you lookin at?
I was a superman but looks are decieving
The rollercoaster rides a lonely one
I paid a ransom note to stop it from steaming
Hey, what are you lookin at?
She was a teenage girl when she met me
What would you do?
What would you do if I followed you?
What would you do?
I follow
What would you do?
What would you do if I followed you?
What would you do?
I follow
The girl got reasons
They all got reasons
What would you do?
What would you do if I followed you?
What would you do?
I follow
Stone Temple Pilots - Sour Girl
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